El teatro es una de las carreras peor pagadas en Chile. Emprender con una compañía independiente puede ser una tarea titánica, y mal recompensada. ¿Cómo viven los actores que no son rostros televisivos? ¿Cuáles son las peripecias que tienen que hacer los gestores teatrales para solventar los gastos mensuales?
Rodrigo Román (47) es director de la compañía independiente de teatro “Pezpájaro”. Sus obras tienen contenidos pedagógicos y están dirigidas al público familiar; sus clientes son colegios e instituciones o bien, estar en cartelera en un teatro citadino y los escasos festivales de teatro familiar. Viajan por todo Chile para difundir lo que los apasiona y llevan trabajando hace más de 15 años.
“Enero, febrero, marzo y septiembre, son meses que nadie nos llama por lo tanto no tenemos funciones” relata su experiencia Román, explicando que los gastos en esos meses son pagados con los pocos ahorros de los que sí hay movimiento. “Tenemos una página web (www.pezpajaro.cl), la gente nos llama y hacemos un presupuesto dependiendo de la cantidad de alumnos. No hay una tarifa fija. Normalmente, cobramos entre $1.800 a $3.500 por niño”, se refiere el director de teatro, aunque hace hincapié que esas son las funciones vendidas. Cuando están en cartelera o festivales los ingresos son muy bajos, “casi indignos”.
Sidarte, sindicato de actores, contabiliza en su página web 2000 socios a pesar de que muchos intérpretes teatrales no se inscriben o dejan de pagar su mensualidad. La oferta de actores es muy alta para tan poco demanda de la industria, esto lo certifica el estudio hecho por el portal Mi Futuro que elaboró un ranking de las carreras peores pagadas, con datos de octubre del 2014 de acuerdo al promedio bruto al 4to año de titulación. El teatro es la cuarta carrera peor pagada después de pedagogía.
Los grandes problemas son la falta de difusión y espacios en los medios de comunicación, cuando no se es rostro de teleseries y nadie te conoce. También, no existen subsidios buenos del Estado ni iniciativa del empresariado para financiar la actividad teatral, “efectivamente son niveles de ingresos indignos, opino que es terrible, a no ser que los actores no sean famosos rostros de la tele no pueden vivir de ser actores, deberían haber más subsidios, la disposición a pagar es muy baja porque es un mercado muy pequeño, no hay una industria”, dice Alejandra Wood, exdirectora del GAM, quien reconoce la precariedad del sistema de producción y que no es prioridad para el Estado, concluye la gestora teatral.

Román cree que ha mejorado el trabajo para el teatro gracias a la redes sociales, pero aun así es difícil vivir de él, “cuando partimos íbamos a los colegios a ofrecer las obras o llamábamos por teléfono intentando vender aunque nadie nos conocía”. Alejandra Wood, cuando era directora del GAM, recuerda que hacían contratos con los actores mientras durara la temporada, “Los costos de entradas son 5 a 6 mil pesos, y eso no financia una producción, finalmente era un gasto para el GAM contratar a los actores” señaló la productora cultural.
Sin embargo existen instancias e iniciativa de difusión teatral como por ejemplo, FAMFEST, festival de teatro familiar. Andrea Pérez de Castro, directora del festival organizado por el Centro Mori, reconoce la dificultad de la industria de la cultura, “somos un equipo pequeño para todo lo que hacemos para hacer funcionar las más de 30 obras durante todo el mes de julio”. El público fue el teatro durante la temporada de Famfest más de 50 mil personas, afirma la directora, y la organización entregaba un porte monetario a las compañías, “cuatrocientas lucas pero tenías que pagar técnico, transporte y gastos de la compañía, si divides por 6 funciones el monto es como 25 mil por funciones”, responde Rodrigo Román quien participó con su compañía Pezpájaro en Famfest.
La Ley Valdés o el Fondart, son dos formas del Estado para financiar las producciones. A pesar de eso, las empresas no aportan a las artes y escénicas a través de la ley que rebaja los impuestos, y los fondos concursables son escasos y difíciles de adquirir para la demanda de los autores teatrales. Esa es una realidad que todos los entrevistados están de acuerdo.
No obstante, el Consejo de la Cultura y las Artes, no quizo responder a pesar de la insistencia; cuáles eran las políticas publicas para proteger a los gestores teatrales y cuáles eran los proyectos para mejorar la calidad del teatro nacional.