Si hay un idioma cuyo desciframiento ha acaparado toda la atención, es sin duda el de los antiguos egipcios. Champollion logró lo que parecía casi imposible: leer los intrigantes jeroglíficos.
Pero el guión maya también incluía su propio Champollion. Se trata de un personaje que murió hace poco más de veinte años y que, a pesar de su contemporaneidad, su vida y obra están envueltas en leyendas.
Se dice, por ejemplo, que formó parte del Ejército Rojo que ingresó Berlina en abril de 1945 y que accedió a la Biblioteca Nacional cuando estaba en llamas.
En sus manos cayó el Lista de cosas de Yucatán, de Fray Diego de Landa, y una edición de Códices Mayas. Así comenzó su interés por escribir que nadie supiera interpretar.
La «Relación de las cosas de Yucatán» de Fray Diego de Landa recopila información maya.
No está claro que este episodio sea cierto, pero no hay duda de que El lingüista ruso Yuri Knórozov ha dedicado su vida a descubrir lo que escribieron los antiguos mayas.
Y la clave la encontró precisamente en el libro de Landa, quien no solo fue un inquisidor enamorado de la maldad de muchos, sino que también se dedicó a para recopilar información sobre la cultura maya que él mismo ayudó a hacer desaparecer.
De alguna manera, sus escritos se convirtieron en una especie de piedra de Rosetta para el lingüista ruso.

Figura maya en el Museo Nacional de Antropología de México. Foto AP / José Luis Magana
signos fonéticos
El gran logro de Knórozov fue descubrir que los glifos no correspondían a una letra, sino a sílabas y logogramas (signos utilizados para representar una palabra completa).
Sus años de investigación le llevaron a descifrar una gran cantidad de símbolos que permanecieron en silencio durante siglos.
Ahora, como sucede a veces, su descubrimiento fue desafiado por el gran experto en cultura maya de la época, el inglés John Eric Sidney Thompson.
El contexto político fue crucial. Thompson, quien además de etnógrafo y arqueólogo, era un anticomunista reconocido, acusó el trabajo de propaganda de Knórozov. Y lo rechazó.
Él, y buena parte de la comunidad científica hasta la muerte de los británicos. Tardó mucho en llegar, pero al final el lingüista ruso logró ser reconocido por los resultados de su trabajo.

Knorozov con su gato. Foto de Vanguardia
Lo que no logró fue que sus publicaciones científicas también fueran firmadas por su inseparable gato Asya, con quien aparece fotografiado en una de las fotos más difundidas del investigador.
¿Otra leyenda? Se ve que Knorozov no solo amaba profundamente a su mascota, sino que también le atribuía parte de sus éxitos.
Se ve que el lingüista Encontró la clave para descifrar la escritura maya observando cómo el felino enseñaba a cazar a sus cachorros. Y aunque la consideraba coautora de sus logros, no se salió con la suya.
En cambio, y lo que es más importante, logró probar su tesis: “Lo que fue creado por una mente humana puede ser entendido por otra mente humana. En este sentido, los problemas insolubles no existen y no deberían existir en ningún ámbito científico ”.
Y luego terminó probándolo.
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