El año pasado, el 14% (uno de cada siete) de los cerca de dos millones de familias monoparentales españolas sufrieron privaciones materiales graves, es decir, la falta de al menos cuatro de los nueve elementos considerados de consumo básico, como dificultad para hacer frente a los gastos. de vivienda, no poder comer bien, o no poder mantener la temperatura adecuada de la casa. El valor, que aumentó un 35% con respecto a 2019, duplica la tasa de todos los hogares del país (7%) y es el más alto de todos los analizados, según un reporte publicado este jueves por Red europea de lucha contra la pobreza, que estudia los últimos datos oficiales.
Las carencias aumentan para el conjunto de la población española (conviven con ellas 3,3 millones de personas, un millón más que en 2019), en 15 de las 17 comunidades autónomas y en todo tipo de hogares analizados, pero la situación es aún más dramática en monoparentales familias, el 81% de las cuales están encabezadas por una mujer, según datos del INE.
Para Favor, la pandemia y, sobre todo, «el cierre total» fue un duro golpe. Esta mujer de 39 años cría sola en Valencia a cuatro hijos de 11, 9, 6 y 2 años. Cuando nació el más joven, perdió su trabajo como ayudante de cocina. Le concedieron la baja por maternidad y luego, cuando todo cerró, quedó desempleada. “Solo 172 euros al mes”, lamenta. “Le debía mucho dinero a la casera. Me llamó y me dejó mensajes. Quería expulsarme, le pregunté dónde iba a vivir con mis hijos ”. Ahora respira con más tranquilidad, porque esos 172 euros se han pasado a 451 gracias a la ayuda al alquiler que concede la Comunidad Valenciana. “Solo debo dos meses de alquiler, más una factura de agua y otra factura de luz”, dice con calma. Admite haber tenido dos años muy malos, pero está feliz de «irse».
Si el número de personas que retrasan los pagos relacionados con la vivienda ya es alto (13,5%), que no pueden mantener la temperatura de su hogar (10,9%), o que no pueden pagar una comida de carne, pollo o pescado cada dos días (5,4%) , las personas que viven en familias monoparentales duplican e incluso triplican estos porcentajes. Carlos Susías, presidente de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, define a estas familias como “el sector más afectado”, y además garantiza que el problema no se debe exclusivamente a la crisis provocada por la pandemia: todos los años. De hecho, tener hijos siempre ha sido «un factor de riesgo». En 2020, la tasa de privación material severa en familias con hijos (8,2%) fue un 44% más alta que en familias sin menores (5,7%). “Los datos sobre la niñez y la adolescencia deben destacarse específicamente porque la pobreza y las privaciones los afectan de manera extrema y determinan en gran medida su propio futuro y el de toda la sociedad en la que viven”, resuelve el informe.
Favor, a pesar de todo, todavía tiene “fuerza y energía”, dice. Llegó a España procedente de Nigeria en 2008, «para cambiar de vida, para ver otra parte del mundo». «Fue mi ilusión», reconoce. Estudió el idioma y ahora habla español con fluidez, también aprendió a cocinar «comida española, como fideuá, paella, guisos». Pero no tiene trabajo y le cuesta sobrevivir. “Lo miro todos los días, y más ahora que mi hijo está en el jardín de infancia”, explica. Para alimentar adecuadamente a sus hijos, necesita el apoyo de Cruz Roja y bolsas de cafetería. Para pagar el alquiler, con la ayuda de la Comunidad Valenciana. Ella está muy «agradecida». También por Salva a los niños, quien durante el encierro prestó pastillas a sus hijos para que siguieran estudiando. Gracias a todo esto, ella está «tirando». En España no tiene familia ni amigos, y el padre de sus hijos no la mantiene en absoluto. Ella sola no puede manejar todo.
Carmen Flores Rodríguez, presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS), reconoce que el grupo que representa ha notado «mucho» los efectos de la pandemia. “Muchas madres perdieron el trabajo en 2020. Las razones son muchas, pero una de ellas es la falta de alternativas para cuidar a sus hijos”, detalla. Se refiere al cierre de escuelas, la cancelación de campamentos, los continuos confinamientos: “Como los servicios asistenciales están como están, tan desmantelados, las dificultades han sido muy grandes para las mujeres, a quienes se les asignan principalmente estas funciones”. Dado que muchas familias ya vivían al límite antes de la crisis de COVID, no tenían un colchón económico para sustentarlas. La pandemia fue el colmo. “Esto ha provocado situaciones graves”, concluye.